VorMel...

VorMel...
“Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron Siete Trompetas. Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.” (Apocalipsis8, 2-5) Los nombres de los siete ángeles son Miguel, Gabriel, Rafael, Uriel, Jofiel, Shamuel, Zadkiel. En la profecía, nadie habló de VorMel. O bien no es un ángel o bien tiene otra profecía que contar...

martes, 19 de febrero de 2013

Los Misterios de Udolfo, de Anne Radcliff

Toca hablar de la obra más conocida de Anne Radcliff que posiblemente, y tras el Castillo de Otranto, sería la novela precursosa y que más fuerte inspiraría a los autores posteriores que se adentrarían en el género de la novela gótica.

Es una novela de lectura densa y pesada, al menos para el común de los lectores de éste, nuestro siglo XXI. La autora se recrea demasiado en las descripciones de paisajes, emociones, sentimientos, recuerdos... tanto que el lector, ávido de acción o de misterio, se exaspera porque no terminan de llegar y, cuando al fin llegan -allá hacia la mitad del libro- ya tiene en su interior un hastío tal que se le hace inevitable seguir leyendo sin serios perjuicios.

Personalmente, me habría gustado toparme con esta novela hace 25 años, allá en aquéllos largos veranos de la época del bachillerato donde los días fluian lentamente y las semanas no tenían fin. Hoy día, con una actividad "normal" de vida de pareja, vida profesional y vida social... poco tiempo hay para percibir, junto a Anne Radcliff, la sutileza con la que esa hoja flota mecida por el viento se cae amable del padre roble situado en las montañas del Languedoc y que, cuando levanta la vista, el océano limpio le saluda dándole los buenos días. En fin.

Ahora bien, ¿por qué esta novela es tan larga y, si se me permite, pesada? Pues bien, al parecer Radcliff no la desarrolló para ser vendida como novela en un sólo tomo sino por entregas, en fascículos. Efectivamente, en la Inglaterra del siglo XIX causaban furor los chapbooks, bluebooks y penny dreadfuls (folletines de "a centavo", diríamos) de publicación semanal. El equivalente a nuestros seriales de televisión, vamos. Ello explica, sin duda, que cada capítulo de Los Misterios de Udolfo esté en sí articulado, tenga su propio argumento y que, claro, el desenlace deje algo de misterio para que las lectoras (público femenino mayoritariamente aunque estoy visualizando a los hermanos varones ingleses leyendo a escondidas los "penny dreadfuls" de sus hermanas) quedaran enganchadas, deseando que llegara la semana siguiente para tener en sus manos el capítulo siguiente.... para devorarlo y después comentarlo con las amigas mientras comparten un té con algún british cake... ¡encantadora escena!

El caso es que esta novela por entregas, para el lector o lectora moderno se hace pesada y le deja a uno la sensación de que se ha escrito "al peso". Afortunadamente la autora ideó un pequeño truco que da coherencia y articula toda la obra: al comienzo de cada capitulo añada unos versos, que tienen su razón de ser, normalmente elegidos de poetas clásicos... pista que tenemos de la gran cultura de la escritora.

Pero situémonos. Los Misterios de Udolfo fue escrita en 1794 (recordemos que El Castillo de Otranto lo fue en 1764). ¿Qué había pasado en el mundo entre 1764 y 1794? Esta pregunta, hecha por la animadora del Taller de Literatura Gótica nos dejó a los alumnos pensativos. Yo, pensando en la Revolución Francesa, pero con temor a decirlo, aventuré un tímido ¿el mundo había cambiado? Pues sí, el mundo había cambiado pero no por la Revolución Fracesa o no por la Declaración de los Derechos del Hombre sino porque.... entre esos años las mujeres habían comenzado a leer. Lo cual, sin duda, fue otra causa de cambio del mundo (por favor, que nadie vea ironía en mis palabras, pues hablo en serio). Supongo, eso sí, que estamos hablando de las mujeres inglesas de clase media e, incluso, baja. En la Francia absolutista las mujeres de la aristocracia hacía siglos que leían y escribían (pensemos en madame de La Fayette y su gran "Princesa de Cleves") e incluso habían participado entusiastamente en la elaboración de la Enciclopedia... Marquesa de Pompadour, amante del rey Luis XV y mujer ilustrada donde las haya.... Bien, digamos que Anne Radcliff sería pionera de la mujer de clase media que se empieza a interesar por la cultura.

El link que os dejo a continuación os llevará a un corto resumen biográfico del que me llama la atención, especialmente, la cantidad de grandes escritores posteriores que serían influidos por esta mujer: Anne Radcliff.

Abordemos un poco la trama de la novela. A grandes rasgos, narra las vivencias de una joven francesa, perteneciente a la baja nobleza, Emily St Aubert (por cierto, ¿por qué "Emily" y no "Emilie"?) La acción tiene lugar en 1584. Los padres de Emily fallecerían quedando ella a cargo de una tía que decide no casarla con su joven enamorado, Velancourt, sino con un noble italiano que reportará honor y dinero a la familia pero que luego resulta un sinvergüenza. Viajarán a Venecia y de allí a un castillo propiedad del nuevo marido italiano de la tía, otro canalla; castillo tenebroso, lleno de misterios y oscuras leyendas. Mientras, entre descripción y descripción de distintos paisajes, Emily, que es muy sensible -prototipo del siglo XIX- verterá muchas lágrimas, suspiros, desmayos y convulsiones porque, pobre de ella, mantiene en su interior una lucha entre su pasión ¿Velancourt? y su deber (ser buena hija, buena sobrina y muy buena, en general). Todo esto a grandes rasgos, como digo.

Esta novela es citada como el arquetípico de la novela gótica. De todos modos, siguiendo las características de, por ejemplo, César Fuentes, veríamos que no las cumple todas. Sí algunas;

- la trama tiene lugar en un castillo. Se acepta.
- Atmósfera de misterio y suspense. Sin duda.
- Desapariciones, sorpresas en el linaje de los protagonistas. Se cumple.
- Profecías ancestrales. Alguna hay, pero habrás de esperar a tener leídas dos terceras partes del libro.
- Cuentos sobrenaturales o de difícil explicación. Los hay pero, al final, la autora te los desmontará explicando todo. En el fondo era tan lógico...
- Emociones desbordadas. Sin duda: estamos en el siglo XIX y los protagonistas sufren acceso de lágrimas, desmayos, sacudidas, convulsiones, enfermedades que les postrarán en cama meses enteros. etc., etc.
- Erotismo. Ni por asomo. Cuando en la Francia del siglo XVI los reyes, nobles y clérigos no eran nadie si no tenían cinco o seis amantes -de ambos sexos-, Emily -que era una adelantada para su época- hace gala de un puritanismo anglicano radical.

Y ahora, alguna crítica personal. Mi principal disgusto es la falta de rigor histórico. Siendo Anne Radcliff una mujer tan culta, cometió el error de situar su novela en una época y un lugar que desconocía. ¿Por qué no eligió la campiña inglesa del siglo XIX como posteriormente haría Emily Brönte? Esa falta de rigor pasaría inadvertida para las lectoras inglesas, encandiladas con "otro momento y otro lugar exótico" pero hoy día resulta un poco intolerante. Veamos algunos ejemplos:

- La Francia de 1584 era de todo menos un paraíso. En ese año se estaba llevando a cabo la ¡octava! guerra de religión que enfrentaría a católicos y protestantes con masacres de unos y otros. La matanza de San Bartolomé aún estaba muy reciente... invito a ver una magnífica película que ilustra muy bien la época: la reina Margot, del director Patrice Chéreau.
- El padre de Emily, Monsieur de St. Aubert, parece haber elegido la simplicidad del campo huyendo de los artificios de la Corte. Este estilo no es muy francés... suena más bien a los filósofos británicos de la época (Hobbes y su homo homini lupus). Por otro lado, la Corte de Catalina de Medicis era todo menos chic...¿no estará pensando Radcliff más en lo que se contaba de la corte de Francia de la pre-Revolución?
- Difícilmente las damas de la novela pueden hablar en sus tertulias de la ópera en Francia cuando ésta aún no existía en 1584. No sería hasta el reinado de Luis XIV que J.B. Lully -a quien ya citamos- la introduciría para gloria del Rey Sol.
- Difícilmente se pagaría a los criados, posadas, etc. con luises cuando esta moneda la introduciría un siglo después Luis XIII y persistiría hasta la Revolución Francesa. En 1584 la moneda en curso era el "franco" que, abolido por el monarca citado, sería restaurado en la época revolucionaria.
- Por contra, la Italia de 1584 no podía ser tan salvaje como la dibuja la Radcliff... ¡señora, que Italia estaba en plena ebullición del Renacimiento y las villas, frescos, artes, esculturas hacían de ese país un nuevo Parnaso!

Y podríamos seguir...

Llegamos al fin y a la terrible pregunta ¿recomendarías esta novela a un amigo? Y, personalmente, me temo que debo reproducir la respuesta que di con el Castillo de Otranto. No la recomendaría a alguien que no sabe qué leer pero sí a alguien que realice un estudio sobre la literatura gótica y, sobre todo, que tenga mucho tiempo y algo de paciencia. Sin duda que la descripción eterna de paisajes, personajes y psicologías nos da una buena idea de la influencia del romanticismo del siglo XIX en la cultura gótica. Esto tiene más importancia de lo que parece. Cuando debatimos porqué un hombre o una mujer gótico es más individualista, se siente defraudado por los diversos tipos de grupos humanos (asociaciones, comunidades religiosas, clubes, Estados, etc.), cuando uno se pregunta el porqué del atuendo de una persona gótica o su simpatía por lo alternativo, o cuando busca y suspira por un amor ideal, pero sufre porque la realidad se lo niega... quizá debiéramos volver la vista a la personalidad de los hombres y mujeres del siglo XIX, a su reacción de los sentimientos frente al racionalismo del siglo XVIII, a la exaltación de sensibilidades....

No; la novela de Los Misterios de Udolfo no me ha resultado de fácil lectura. Pero si tú y yo queremos reflexionar porqué somos góticos, porqué nos sentimos orgullosos de ser diferentes frente a esta sociedad de mierda donde la corrupción por el puto dinero aflora desde las altas instituciones del Estado a las más cotidianas... si queremos ir más allá de un mero pantalón y camisa de color negro buscando los pilares de nuestra forma de ser y pensar... debemos leer a Anne Radcliff. Porque ella fue mujer y pionera.

lunes, 18 de febrero de 2013

El castillo de Otranto, por Horace Walpole



A finales de 2011 publiqué una breve reseña sobre esta novela aprovechando una vieja edición que me regalaron. Ahora pretendo hacer un comentario algo más extenso, aprovechando que fue la primera obra sobre la que reflexionamos en el Taller de Literatura Gótica de Mirari Bueno.

Se dice que El Castillo de Utranto (1764) fue la primera novela gótica. Ahora bien, ¿por qué se dice que fue la primera? Es más, ¿por qué se la considera una novela gótica?

Confieso que este tema fue de intenso debate en el Taller. De entrada, en el prólogo de su novela, el propio Walpole reconoce "he escrito una novela gótica". Luego, si él afirma de sí mismo que ha escrito algo gótico es que en su cabeza tenía, al menos, las características de lo que es y de lo que no es una novela gótica. Y, sin embargo, son los estudiosos de la literatura gótica de los siglos XIX y XX los que afirman que EL castillo de Utranto es una novela gótica. Vamos, que nos podemos hundir en una espiral de razonamientos de la que difícilmente salir. Para zanjar el tema, debemos ¡ay! someternos a un "criterio de autoridad": El Castillo de Otranto es la primera novela gótica porque los estudiosos de la literatura dicen que es la primara novela gótica. ¿A vosotros os convence este argumento? A mí, tampoco.

Lo que sí podemos afirmar es que, siempre volviendo a las palabras del propio autor, con el Castillo de Otranto se pretendió realizar un "primer intento moderno de fundar una literatura de ficción fantástica sobre la base de las antiguas novelas de caballerías" y, por tanto, en un ambiente medieval y, por deformación, de "estilo gótico". Si bien, y esto es una reflexión mía, la Edad Media es un período histórico tan largo, que asimilarla a "estilo gótico" es, cuanto menos, una ligereza viniendo de alguien tan culto, como lo era Horace Walpole.

En cuanto a la biografía del autor, no merece la pena reproducirla aquí, por lo que os deje este link que os conducirá a la Wikipedia, si estáis interesados en la misma. Sólo resaltar una cuestión. Walpole estaba tan enamorado del estilo gótico, que hizo construir una mansión  neogótica absolutamente maravillosa, llamada Strawberry Hill pero fatalmente restaurada en tiempos recientes con un resultado que nada tiene que ver con, al parecer, el proyecto original de Walpole. No dejéis de echar un vistazo aquí.

Otra curiosidad histórica es que Walpole, más o menos, disimuló en una primera edición ser el autor real de la novela, quizá por un cierto pudor debido al hecho de que todo un Lord inglés, miembro del Parlamento y educado en los mejores colleges y universidades inglesas escribiera una novela así que, en su origen, parecía estar más destinada a un público femenino cuyos gustos literarios ¡ay! se consideraban facilones. Cosas de la época. Y así,no sería hasta la segunda edición -y tras el éxito de la primera- que Walpole reconociera ser el autor.

Pero volvamos al inicio; ¿por qué diríamos que El Castillo de Otranto es una novela gótica? Sin duda, porque cumple todos los requisitos que se piden a una novela gótica, es decir:

1) la trama tiene lugar en un castillo, un caserón, con una gran importancia de lo arquitectónico medieval. En este punto, se da además dos circunstancias. Por un lado, aparece el castillo con una ermita cercana. Tenemos aquí una doble simbología: el poder religioso (la Iglesia, el fraile) va en paralelo al poder temporal (el Señor feudal o príncipe), tan típico de la Edad Media. La confrontación de ambos servirá para desarrollar varios capítulos de la novela. En segundo lugar, el castillo se describe como  un lugar confuso, donde uno se puede perder, donde para escapar hay que intrincarse en complicados pasadizos y sótanos. Este diseño, al parecer, viene inspirado por la mitología clásica y, en concreto, por el Mito del Laberinto del Minotauro donde los personajes de la novela se identifican con los del mito; así, Theodore sería Teseo, Manfred sería el propio Minotauro e Isabella sería Arianda. Sobre el mito del laberinto, puedes leer más aquí. Y en cuanto a su rica interpretación simbólica, el laberinto nos evoca las dificultades de la vida, las decisiones excluyentes que con frecuencia debemos tomar y que marcarán nuestro futuro. Me disculpo si me voy "por los cerros de Úbeda" pero necesito decir que una de mis óperas favoritas -Teseo, de Jean Baptiste Lully- están inspiradas en este Mito, de la cual reproduzco a continuación la Obertura:



2) La trama se desarrolla en un ambiente de misterio y suspense. Buena prueba de ello son los hechos asombrosos e inexplicables que se producen, ruidos, voces... sombras que parecen descender de los cuadros...

3) Nos encontramos con desapariciones, muertes turbulentas, sorpresas en el linaje de los protagonistas... ¡anda, resulta que este joven es hijo del fraile y éste a su vez...!

4) No faltan las profecías ancestrales... si el principado de Otranto no tiene descendencia masculina, se terminará el linaje.

5) Emociones desbocadas... Aún no estamos en el siglo XIX pero ya las damas se desvanecen presas de fuertes impresiones, les dan convulsiones y deberán guardar cama durante mucho tiempo cuidadas por sus sirvientas que, a su vez, tiemblan con palpitaciones de sólo oir el nombre de algo sobrenatural....

6) Erotismo no implícito... hmmm ¿así que el príncipe de Otranto quiere desposarse con la que iba a ser su nuera, aún repudiando a su esposa, para tener un hijo? hmmm... hmmm, así que el joven gallardo pretende a Isabella...

Una última curiosidad aún no resulta por los investigadores: existe una continua remisión a la simbología del número "tres": Conrad es tres años menor que Isabelle, hay tres plumas negras que se mueven tres veces, son tres los caballeros del séquito de Frederick, Theodore hiere a Frederic tres veces, la trama transcurre en tres días... ¿casualidad o no? No se sabe. Para ahondar un poco más sobre la simbología del "tres" tomado, en este caso, del estudio de una de las instituciones que más trabaja el estudio de los símbolos; hablo de una logia masónica. Véase aquí.

Hablemos ahora del estilo. El castillo de Otranto podría ser perfectamente adaptado a teatro porque los diálogos tienen casi más importancia que las descripciones del paisaje, de los lugares, de las escenas. De dudosa calidad literaria, reconozco que  en ocasiones el lector se desespera porque abre puertas que luego no cierra, es decir, plantea misterios que se quedan en el aire, el desarrollo es un poco embrollo e incluso uno necesita coger papel y lápiz para recordar nombres y relaciones.

Por último, en el Taller se nos lanzó una pregunta personal: ¿recomendaríamos la lectura de esta novela? Y he aquí mi respuesta: no recomendaría su lectura a alguien que desee leer algo para pasar el rato. Sí la recomendaría a quien quiera iniciarse en la novela gótica. Es decir, para mí el Castillo de Otranto tiene más un interés histórico (historia de la literatura gótica, si se me permite) que litarario.

viernes, 8 de febrero de 2013

Guión para el Taller de Literatura Gótica








Con algo de retraso, publico esta entrada. Se trata de un sencillo guión de los libros a tratar en el Taller. Hasta ahora ya hemos leído y comentado los dos primeros, de los que intentaré hacer aparte un resumen.


La lista de novelas es la siguiente:

  • El Castillo de Otranto, Horace Walpole.
  • Los misterios de Udolfo, Ann Radcliffe.
  • El Monje, Mathew Gregory Lewis.
  • Frankenstein o el moderno Prometeo, Mary Shelley.
  • El vampiro, John William Polidori.
  • Melmoth el errabundo, Charles Robert Maturin.
  • Ligeia, Edgard Alan Poe.
  • Cumbres borrascosas,  Emily Brontë.
  • Carmilla, Joseph Sheridan Le Fanu.
  • El  Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Robert Louis Stevenson.
  • El gran dios Pan, Arthur Machen.
  • El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde.
  • Drácula, Bram Stoker.
  • Vuelta de tuerca, Henry James.
  • El castillo, Franz Kafka.
  • Narrativa completa, H.P. Lovecraft.
  • El resplandor, Stephen King.
  • El nombre de la rosa, Umberto Eco.
  • Matar a un vampiro, Javier Herce. Ediciones-Babylon (Valencia)
Habréis observado que, salvo en el último caso -y porque se trata de una novela actual-, no hago referencia a ninguna editorial. Ello se debe a un doble motivo; por un lado, porque considero que son obras de una antigüedad suficiente para ser consideradas libres de derechos de autor. Aclaro que, en materia de libros, procuro siempre comprar originales (ya sean nuevos o, sobre todo, de segunda mano). Sin embargo, comprendo y apoyo a los lectores que se descargan por Internet este tipo de novelas con más de 100 años de antigüedad. Considero que es una hipocresía por parte de las Autoridades que condenen las descargas por Internet cuando tenemos en España la ADSL más cara y más lenta del mundo. Por un lado las Autoridades llaman a una pretendida ética de protección de los derechos de autor pero, por otro, suben los precios de los suministros de telefonía, electricidad, etc. en cuyas compañías sitúan a los ex-ministros (aprovechamos para saludar a todos los ex-ministros y ex-ministras felizmente recolocados en empresas privadas.

Aparte de las novelas, nos han sugerido en el Taller cierta bibliografía actual sobre literatura gótica; en concreto:

  • Cultura Gótica, Gavin Baddeley. EdicionesRobinbook (Barcelona)
  • Mundo gótico, César Fuentes Rodríguez. Quarentena Ediciones (Barcelona)        
  • Gothic, Fred Botting. Routledge (London)
  • The Tale of Terror, Edith Birkhead. Sentry Press (New York)