VorMel...

VorMel...
“Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron Siete Trompetas. Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.” (Apocalipsis8, 2-5) Los nombres de los siete ángeles son Miguel, Gabriel, Rafael, Uriel, Jofiel, Shamuel, Zadkiel. En la profecía, nadie habló de VorMel. O bien no es un ángel o bien tiene otra profecía que contar...

lunes, 22 de abril de 2024

Ofensa al frío, de Toni Sánchez Bernal


𝕽econozco que, hasta ahora, ésta es la publicación de este blog que más difícil me está resultando. Y el motivo es que me une una gran amistad, basada en un sincero afecto, con el autor de la novela que hoy pretendo comentar, Toni Sánchez Bernal

Su primer libro, "Morir, el último tabú" no fue una novela sino una obra de divulgación basada en una serie de entrevistas que el autor hizo a representantes de diferentes corrientes espirituales y filosóficas -tales como el cristianismo, hinduismo, islamismo, la Fe Bahai, el sufismo o el espiritismo-, sobre lo que nos espera después de la muerte, digamos, física o muerte material. Tal libro llegó en 2019 y, por casualidad -o causalidad-, era una época en la que, personalmente, me estaba sacando un post-grado en la UNED sobre "filosofía e historia de las religiones", así que reconozco que me impactó mucho su contenido.

Ofensa al frío, sin embargo, es novela-novela y con una temática y contenido sorprendente. He querido usar "copilot", o el sistema de "inteligencia artificial" de Microsoft para indagar sobre esta novela y, como no podía ser de otra manera, se ha hecho eco de lo expuesto en diversas webs literarias y editoriales. No lo voy a transcribir porque, desde ya mismo, os aconsejo la lectura de esta novela, y no deseo influiros en cuanto a su argumento que, por cierto, me parece mucho más rico que lo expuesto en la red o en la propia contraportada del libro.

Lo que sí quisiera reproducir, por estar de acuerdo, es que las diferentes reseñas publicadas a fecha de hoy, destacan la intriga original, los personajes excelentemente desarrollados y una forma muy activa en que la historia avanza desde diferentes puntos de vista. 

En lo que no concuerdo, o al menos no al cien por cien, es en calificar esta obra dentro del género de novela negra o thrillers policíacos porque, y aquí está mi aportación, para mí es una novela gótica en toda su pureza... si es que admitimos que se haga novela gótica fuera del tiempo (siglo XIX) y del espacio (Gran Bretaña) habituales. Si nos permitimos esa licencia, y al son de fanfarrias, deberíamos proclamar que un escritor español, en el siglo XXI ya avanzado, ha escrito una novela gótica. ¡Maravilloso!

Cierto es que, como dicen los abogados, la doctrina no es pacífica en el hecho de diferenciar cuando una novela es gótica, de terror o negra. Y, como todo en la vida, nada es 100% puro por lo que, lo habitual, es que en una misma novela haya distintos géneros porque, en realidad, así son las cosas. Por ello, yo no discuto que "Ofensa al frío" tenga en su parte principal, o en vestigios, rasgos de novela negra o de terror. Lo que me importa, en lo personal, es que también tiene rasgos góticos como fiel defensor del género gótico que soy.

Y ahora me toca la parte más difícil, que es defender esa afirmación. Y, por supuesto, tal como vengo haciendo en este blog desde el 2 de noviembre de 2011 ¡cómo pasa el tiempo! me voy a basar en la sabiduría que nuestra profesora de literatura gótica, Mirari Bueno, nos transmitió en varios cursos impartidos en la Casa del Pueblo de Carabanchel, que para castizo, uno mismo, con base en la obra e investigación de César Rodríguez Fuentes y, en particular, en su obra "mundo gótico". A saber:

  • Primero y fundamental: la lectura de Ofensa al frío provoca en el lector un "uncanny" que te mueres de gusto.... sí, sí, "uncanny", esa palabreja tan manida y de difícil traducción al español y que viene a ser una sensación subjetiva de temor, de inquietud, de escalofríos que te provoca la lectura al punto incluso de que, aun siendo verano, le dices a tu compañero "anda, acércame la rebequita, que me la echo por los hombros pues este libro me está provocando un qué se yo que ni para qué..." Pues eso es "uncanny". Y, ya te digo, señora, que no todos los libros de terror te provocan "uncanny"; sólo los góticos: el Castillo de Otranto, el Monje, los Misterios de Udolfo, Drácula, Frankenstein, Cumbres Borrascosas, Melmoth el Errabundo, toda la obra de Lovecraft, el Resplandor y Ofensa al frío. Entre otras muchas, claro está. ¿Y cuándo se siente "uncanny" en Ofensa al frío? Pues en ocasiones muy, muy precisas que el lector comprobará al hilo de la descripción de las bajadas de temperaturas en la casa, o del movimiento de persianas o de... lo siento pero "hasta aquí puedo leer" para no estropearos la novela.
  •  Tenemos el elemento arquitectónico presente en toda novela gótica que se precie. Si bien en el romanticismo gótico literario del siglo XIX, lo propio era un buen castillo, una abadía con siniestros sótanos o un caserón, en Ofensa al frío tenemos... un chalet en la sierra madrileña. Pero no se sonrían y analicen conmigo: coges el coche, tomas la A-VI, te sales por el desvió a Cercedilla o similar, empiezas a atravesar bosques, la carretera se hace cada vez peor, las cuestas empinadas, se hace de noche, no se ve... y allí está el chalet en cuestión. Un chalet, por cierto, donde pasan cosas raras pero raras-raras, al punto de que los habitantes deben pensar (este añadido es mío) "mejor nos callamos porque de lo contrario nos encierran". Pues ese es el elemento arquitectónico gótico que, para colmo de cánguilis, tiene la calefacción estropeada y, aparte del motivo que descubriréis cuando leáis, ya de por sí, hace un frío que te cagas. 
  • Como la más fiel novela gótica, tenemos otro elemento esencial ¡por Dios bendito, si es que Ofensa al frío lo tiene todo! Tramas familiares, desapariciones y sorpresas en los linajes de los protagonistas. Y, por si no fueran pocas las tramas familiares de los protagonistas, también en la inspectora de policía, y en el propio policía. 
  • Por supuestísimo, que tenemos hechos sobrenaturales. Y aquí, por cierto, un diez para el escritor, Toni Sánchez Bernal pues este tema, cuando se toca, se corre el riesgo de caer en lo cutre, esperpéntico o banal. Pues bien, Toni ha sabido tratarlo con elegancia, con respeto y sin dar nada por supuesto lo cual, por cierto, acojona más aún. Los llamamos "hechos sobrenaturales" porque la razón, la pura y simple razón no puede explicarlos. Y porque se han colado en la vida cotidiana de los protagonistas que "saben sin querer saber", pero que están ahí... Al punto que, en un momento dado, ya en plena desesperación, acuden a una medium de un centro espírita de Madrid cuyo contacto han conseguido de casualidad, o -de nuevo diríamos- de causalidad y que les da ciertas pautas para comenzar a enfocar el problema.
  • Nos encontramos con otro elemento gótico típico: emociones llevadas al límite, como por ejemplo nos encontramos en los celos o pasión mal enfocada del policía por la protagonista y que será el desencadenante de la trama. También es llamativo el caso contrario, la situación fría, tensa, equívoca, indiferente... todo eso pero llevado al límite, entre la pareja protagonista de la historia y residentes en el chalet. Super-gótico, vamos. Cuestión que, por cierto, se une al siguiente punto.
  • Falacia patética, que dicen los entendidos; es decir, una tormenta en el momento oportuno, un buen trueno... en este caso, un buen embarazo que llega en un momento álgido de la novela y que, por cierto, hace que el lector se sienta tremendamente preocupado por el devenir del asunto y por una madre que parece expuesta a los ataques de los encarnados y desencarnados.
  • Pero no se vayan todavía: aún hay más. La última característica que mencionan los entendidos del género gótico (y que, por cierto, es la más complicada que se dé una vez iniciado el siglo XX), pues en esta novela se da: erotismo larvado. Es decir, no sexo explícito en plan "ven acá p'acá" sino un erotismo sutil, de "sí pero no", de "no pero sí", de "venga la última vez", de "no así no", de "es que mi hermana se va a enterar", de "es que he vuelto con mi marido".... en fin, no deseo hacer "spoiler" y no puedo explicarlo más, pero confiad en mí cuando digo que en Ofensa al frío tenemos "erotismo larvado".
En resumidas cuentas, no sólo es una novela interesante, dinámica, que te engancha, vamos, y con la que disfrutas de la trama, personajes y redacción sino que, señores, por lo dicho, estamos ante una novela gótica que bien merecería optar a los premios Stoker, de literatura gótica, o a los Shirley Jackson. 

Y, como por las vísperas se conocen las fiestas, y mañana es 23 de abril: ¡feliz Sant Jordi a todas y a todos!

miércoles, 17 de abril de 2024

Pronto será de noche, de Jesús Cañadas


 𝕰n la última década se ha generalizado la llamada literatura distópica de la mano, a su vez, de un sinnúmero de series de TV que, a falta de imaginación en otros géneros, ya agotados, se han volcado en desarrollar un futuro en el que, de todas las opciones posibles, el ser humano se va a conducir a la peor, a la más destructiva, a la más sangrienta, a un fin difícil. 

En literatura, ¿es gótico el género distópico? Pues la respuesta no es única. Sí y no. Y, con esta contestación, ya me estoy alejando de la opinión vertida en tantas presentaciones de libros organizada por la Semana Gótica de Madrid que, dado que "poderoso caballero es don Dinero", han presentado ante el público novelas y escritores que, de gótico, no tienen ni la camiseta negra que vestían. Y esto es así pese a quien pese, y se puede decir más alto, pero no más claro.

Por ello, yo no me atrevería a hacer una manifestación dogmática en plan "todas las novelas distópicas son góticas" o, lo contrario. Pienso que lo más honesto, es sumergirse en la lectura de cada obra en concreto y valorar. Dentro de que, por supuesto, en la literatura tampoco, nada hay blanco o negro, pues las sensaciones que a mí me proporcione una obra de Asimov, pongamos por caso, van a ser muy distintas de las que te evoquen a ti. Y esto es así. No nos vamos a poner dogmáticos a estas alturas de la vida.

Dicho esto, quisiera comentar una novela que me ha gustado mucho, de un escritor español, Jesús Cañadas, titulada "Pronto será de noche". Yo la tengo en Edición Valdemar (os prometo que no estoy a comisión de esa editorial, simplemente, me gusta mucho su calidad general), pero no está en la línea "Gótica" sino en la de "Insomnia".

 Pero vayamos antes al autor y a dar breve bosquejo sobre su persona. Jesús Cañadas es un escritor nacido en Cádiz en 1980 y con una diversa formación académica que incluye una ingeniería técnica en informática (Universidad de Cádiz), una licenciatura en documentación (Universidad de Granada), y un máster en gestión cultural (universidades de Deusto, Gotinga, y Osaka). En 2011, publicó su primera novela, “El baile de los secretos”, que se convirtió en finalista al Premio Scifiworld a la Mejor Novela. En 2013, lanzó su segunda novela, “Los nombres muertos”, que lo posicionó como uno de los valores emergentes del género fantástico en España. Este libro fue seleccionado como uno de los mejores libros nacionales de 2013 según el periódico ABC. La crítica lo describió como “uno de los autores que mejor ha sabido centrifugar aventuras, ciencia-ficción y referentes culturalmente dispersos”.

Su tercera novela, la que es objeto de la presente entrada en este blog, “Pronto será de noche”, fue publicada en 2015, y es descrita como un thriller apocalíptico que le valió apelativos como “el nuevo maestro del horror más asfixiante, incómodo y sangriento”. También se le ha reconocido como “el actual amo de los horrores en la literatura española”. 

Obviamente, no voy a revelar el contenido de la novela ni, en este caso, a realizar un resumen pues francamente, si estás leyendo esto, te sugiero que la busques y leas ya que pienso que vale "muy mucho" la pena por la calidad de redacción, imaginación de la situación, desarrollo de los personajes y trama. Además el autor ha tenido la genialidad de no meterse ni con las causas ni con las consecuencias de una situación desastrosa. Simplemente se centra en un momento dado y ahí desarrolla la trama. ¿Qué pasará después? Pues, en realidad, qué mas da.... y, si nos paramos a pensarlo, cuantas veces la vida misma es así. Por lo tanto, ¡bien por el escritor!

Lo que sí quiero hacer es defender, siempre desde mi punto de vista, la goticidad de esta novela. Obviamente no es una trama ambientada en un tenebroso castillo de la Italia medieval, ni hay monjes rezando maitines al amanecer, pero sin embargo, mutatis muntandi, nos encontraríamos los elementos que el autor, tanto reiterado en este blog, César Rodríguez Fuentes, expone como característicos de una novela gótica. A saber:

  • La lectura provoca esa sensación de "uncanny", que dicen los ingleses, subjetiva, sí, pero real a poco sensitivo que sea uno. Es decir, el estilo y la descripción provocan en el lector, un cierto regomello, una "carne de gallina" en los brazos, un escalofrío que te recorre por la espalda, aún haciendo calor en la calle. ¿Y por qué? Pues difícil responder a esa pregunta, pero sucede que el autor, al estilo de los clásicos del siglo XIX, consigue meter al lector en la escena, sentir el desasosiego que los personajes sienten, preocuparse por el mañana, lamentar el ayer, no saber porque nadie te informa... En definitiva, no se sabe -ni falta que hace- si tenemos un elemento sobrenatural de por medio pero sí es cierto que el ser humano, en situaciones así, como no puede controlarlo todo, se muestra vulnerable. Y eso, no es que dé miedo, es que preocupa, agobia, emociona incluso.
  • Como decía, no tenemos un castillo pero sí un equivalente actual: una serie de personas encerradas en sus coches, en un tremendo atasco de la autopista. Y es que, pensémoslo bien, ¿cuántas horas de nuestras vidas pasamos en el coche? Casi, casi, es un hogar donde nos sentimos seguros cuando estamos dentro pero que, al salir de ellos, se muestra una vida torcida, preocupante, escalofriante.
  • Tenemos una trama en la que comienzan a darse desapariciones, muertes extrañas que sobrepasan la clásica pregunta sherlockiana de "quién ha sido el asesino". Eso casi es lo de menos, y queda relegado a un problema mayor: por qué, para qué, cuándo, habrá más, etc.
  • Erotismo larvado, que es algo distinto del sexo explícito, se da, existe y derivado muchas veces del comportamiento viril de un policía que interacciona con otras compañeras de autopista, a veces para protegerlas, a veces para poner orden pero que, claro está, también trae su mochila cargada con pesados pedruscos...
  • Se dan una serie de hechos que el autor extraños, no se sabe si sobrenaturales, extraplanetarios parece ser, o qué, pero que no se explicitan. Sencillamente están ahí: asustan, provocan que la gente huya, pero no está claro por qué... La falta de lógica hace también que el ser humano sea vulnerable lo mismo que en El Castillo de Otranto, de Horace Walpole, la falta de lógica y la sensación escalofriante que provoca, dio el pistoletazo de salida de la novela gótica.
  • Nos encontramos además con una serie de emociones llevadas al límite, al más fiel estilo de los desmayos de las damas del romanticismo. Estoy exagerando, claro está, pero surgen eso, paroxismos, nervios descontrolados y, por si fuera poco, una mujer embarazada aporta una nota de peligro, de necesidad de protección.
En definitiva, no puedo si no contar cosas positivas de esta novela, y recomendar su lectura, con una pequeña reflexión adicional: ¿puede una novela distópica ser considerada como gótica? ¡Sí! ¿Existen novelas españolas góticas? ¡Sí! ¿Se sigue escribiendo novela gótica en el siglo XXI? ¡Sí!

Pues lo dicho: ¡feliz lectura!




martes, 16 de abril de 2024

Libros de sangre (por Clive Barker)

 


𝕾é bien que hoy día, tener y actualizar un blog, es como escuchar música en un walkman: algo muy trasnochado. Sucede, sin embargo, que a pesar de tener yo cuenta en un par de redes sociales, me niego a usarlas para divulgar ya que es imposible reducir una idea a un corto número de palabras. Lo siento para los que están muy ocupados y solo pueden leer en redes sociales... este blog no es para vosotros. Lo siento también si visitas más a menudo Instagram que un periódico, sea cual sea éste, pues te voy a dar una mala noticia: a pesar de lo que dice el refrán, "en Instagram una imagen miente más que mil palabras".

Así que, ¡allá tú! Yo, por mi parte, voy a continuación, a llevar a cabo la actualización anual de este blog. A fin de cuentas, los vampiros somos inmortales y no tenemos ninguna prisa en actualizar un blog.

Por cierto que si tengo algún objetivo previsto con este blog, no es otro que conseguir que el potencial lector o lectora aprendan a diferenciar la literatura gótica de la literatura de terror. No tienen nada que ver, ¿está claro? (Si tienes duda, te recomiendo que releas mi blog desde el principio).

Pues bien, hoy voy a comentar otra novela que también está publicada en la editorial Valdemar Gótica y que, sin embargo, no es gótica. Eso sí, tras la bronca que les eché el año pasado a los señores de Valdemar, he hecho el firme propósito de no volver a enfadarme con ellos. En parte porque luego, en persona, me caen muy bien, y en parte porque si quieren publicar en su línea de Valdemar Gótica libros de terror, cocina, deportes alternativos o cuidado del jardín, ¿quién soy yo para criticarles? Más aún cuando, vamos a reconocerlo, la calidad de impresión, de las traducciones, de la portada y del mismo papel, es una delicia. Así que nada, señores de Valdemar, seguimos tan amigos a pesar de que, una vez más, y en este caso, con el tomo de Libros de Sangre (volúmenes I, II y III) de Clive Barker, nos encontremos ante una obra de terror, pero no gótica.

Pero vayamos por partes: ¿Quién es Clive Barker? Déjame que te cuente, limeño, pues Lady Wikipedia tiene la gentileza de informarnos que Clive Barker, (Liverpool, UK, 1952) es escritor, director de cine y artista visual británico. Estudió Inglés y Filosofía en la Universidad de Liverpool. Su vasto repertorio artístico abarca desde cuentos de horror hasta obras maestras de fantasía moderna con tintes de horror. Barker es uno de los más aclamados autores en los géneros de horror y fantasía. Inició su carrera con diversos relatos de horror recopilados en la serie “Libros de Sangre” (Books of Blood) y la novela faustiana “El libro de las maldiciones” (The Damnation Game). Posteriormente, se trasladó hacia el género de la fantasía moderna con toques de horror. Su estilo más característico incluye la idea de que existe un mundo subyacente y oculto que convive con el nuestro, el papel de la sexualidad en lo sobrenatural y la construcción de mitologías coherentes, complejas y detalladas. La serie “Libros de Sangre” fue publicada en Estados Unidos en una edición barata, pero la originalidad, intensidad y calidad de las historias hicieron que Stephen King manifestara: “He visto el futuro del horror y su nombre es Clive Barker”.

De él se dice que es conocido por su habilidad para explorar lo inimaginable y lo indescriptible, sumergiéndose en las profundidades de nuestras pesadillas más oscuras.

Hasta donde llego a saber, Valdermar Gótica tiene dos tomos publicados de Clive Barker: el que yo he leído (nº 103 de la colección y que integra tres volúmenes) y otro que tengo adquirido pero aún no he abordado (el nº 108, con otros tres volúmenes más). Por tanto, mis impresiones se refieren al primero de ellos.

Compuesto por 16 relatos cortos, y si hacemos caso a la reseña de la contraportada, este tomo contiene algunas de las mejores historias cortas de Clive Barker. El autor contribuyó a la evolución del género de horror al introducir el sexo y la violencia de manera gráfica y brutal. Algunos relatos notables incluyen:

  • “El Tren de Carne de Medianoche”, una historia enraizada en las películas de terror más explícitas.
  • “El blues de la sangre de cerdo”, que mezcla elementos de “El señor de las moscas” y “La naranja mecánica”.
  • “Terror”, con un sadismo entre lo explícito y el voyeurismo.
  • “Restos humanos”, considerada una obra maestra de la ficción macabra moderna.

Mi opinión personal es que son unos relatos interesantes, que mantienen al lector en vilo. Pienso que Barker es un excelente escritor de terror del siglo XX. Quizá predomina demasiado el elemento "sangre" pero no por eso va a desmerecer. Insisto, es una buena obra y un buen escritor.

Pero, desde mi punto de vista, no se puede calificar como de literatura gótica; o al menos, en mi opinión que, por marcarme un criterio, trato de aplicar las características generales de la novela gótica expuestas por César Fuentes Rodríguez ("Mundo gótico") y que así aprendí en el excelente curso que, sobre literatura gótica, impartió nuestra maestra y amiga Mirari Bueno. A saber:

  • Falta el elemento esencial denominado "uncanny", en inglés, y de difícil traducción al castellano, pero que viene a indicar una sensación subjetiva de misterio y suspense que provoca en el lector cierto "regomello" o "escalofrío". En los relatos de Barker podemos asombrarnos, inquietarnos y, si nos gusta, regodearnos con escenas sangrientas o con un futuro distópico pero... eso no es "uncanny".
  • No está presente en ninguno de sus relatos el elemento arquitectónico, tan tradicional en las novelas góticas: castillos, abadías, caserones... 
  • No surgen, y si lo hacen tienen un carácter muy secundario, tramas familiares, desapariciones o sorpresas en los linajes de los protagonistas. Tampoco existe una profecía ancestral o nada que se le asemeje.
  • Los hechos sobrenaturales, o bien están demasiado explicados, o bien sometidos a la lógica o bien se vanalizan, lo que no influyen en contribuir una atmósfera inquietante.
  • No hay emociones llevadas al límite ni están presentes esas maravillosas "enfermedades góticas", desmayos o convulsiones. Bien, esto tiene su explicación, pues nos movemos en un siglo XX avanzado, que nada tiene que ver con la época del Romanticismo.
  • No se da el erotismo larvado propio de la literatura gótica sino, pura y directamente, sexo explícito. Achaquémoslo, de nuevo, al siglo que nos ocupa. Así es la vida.
  • Tampoco es habitual esa "falacia patética" que tanto nos gusta (truenos y centellas, nocturnidades, vientos huracanados, portazos...).
No me malinterpretéis: no estoy realizando una crítica negativa a los Libros de Sangre. Reconozco que me han gustado mucho y que he disfrutado con su lectura. Pero recuerdo que este blog está dedicado a la literatura gótica, por lo que me limito a exponer cuando, en mi opinión (y respeto la contraria) una obra puede ser considerada como gótica y cuando no.

Iba ya a despedirme hasta el año que viene pero...¡no! Y es que tengo entre manos una sopresita que no os voy a desvelar: una novela española, de un autor joven, reciéntemente publicada en la que me estoy encontrando, por sorpresa, pues no lo esperaba, abundantes elementos góticos. Pero aún no he terminado su lectura así que espero, en breve, volver a publicar.

Y ahora sí, os dejo, pues me voy al Centro en el que sigo estudiando y practicando el Espiritismo (bien entendido éste). Au revoir.


lunes, 26 de junio de 2023

Relatos Fantásticos, de Iván Turguéniev.


 𝕰n una reciente visita a la Feria del Libro de Madrid, encontré por azar este librito que, de una manera compulsiva quizá (puesto que no tenía una reseña previa), adquirí, me llevé a casa y devoré. 

Reconozco que para mí siempre es una sorpresa toparme con novelas góticas escritas originalmente en una lengua distinta al inglés. No sólo por la originalidad sino porque es agradable encontrar que las características que sostenemos deben acompañar una novela gótica, no se dieron sólo en la Inglaterra decimonónica o en los incipientes Estados Unidos sino, de una manera global, en otros países. Dejo a los expertos indagar sobre la influencia que, en este caso, en Rusia tuvieron los escritores británicos.

Estoy hablando de los "Relatos Fantásticos" del escritor ruso Ivan Sergeyevich Turgenev (o, sencillamente, Ivan Turguenev, 1818-1883), autor clásico autor y considerado uno de los mejores talentos de la literatura rusa. Sus novelas, obras de teatro y poesías reflejan temas de sufrimiento de clase y profunda humanidad, al mismo tiempo que retratan el amor nostálgico idealizado, las jóvenes inocentes y el trasnochado desvanecimiento de la nobleza rusa.

Cabe señalar que un par de estos relatos (Toc, toc, toc. Un estudio; Tres encuentros), más que historias fantásticas, son de intriga, donde un aparente suceso sobrenatural resulta ser un malentendido o una casualidad que se revela al final. Otros relatos apenas rozan genuinamente el género fantástico, más allá de la presencia de algunas visiones fantasmales, que sin embargo son esenciales para la trama. Estas apariciones fantasmales y espectrales no son la irrupción repentina de lo inexplicable y ominoso en la realidad física, sino el origen de profundas alteraciones psicológicas en quienes las sufren, que suelen conducir a la muerte.

  En cualquier caso, estos relatos de Turguéniev se alejan tanto de la tradicional historia inglesa de fantasmas como de los frenéticos horrores del Romanticismo germánico y francés. La ambientación en el mundo rural y la tipología de los personajes -generalmente jóvenes que se mueven entre el campo y las grandes ciudades de San Petersburgo o Moscú-, son típicamente rusas.

En cualquier caso, estos relatos deben considerarse dentro del "género gótico", ya que contienen los elementos más comunes: sensación de "uncanny" en el lector, atmósfera oscura, gran importancia del hecho arquitectónico (castillo, villa, casa de campo, mansión urbana...), tramas familiares, seres sobrenaturales, etc.

Sin duda, un libro muy recomendable.

martes, 30 de mayo de 2023

La Fontana Sagrada, de Henry James

 


𝕸𝖊 molesta mucho encontrarme con libros de la serie "Gótico-Valdemar", ediciones Valdemar, que no sean góticos. Primero, porque me estoy dejando una inversión de dinero considerable para reunir la colección de los ciento y pico tomos de esa serie. Segundo, porque si me apetece leer "gótico", me apetece leer una historia inquietante y con toques espeluznantes y misteriosos y no las paranoias psicológicas de personajes problemáticos y que no tienen en la vida otro objetivo que mantener conversaciones -ni siquiera brillantes-, en los salones de aristocráticas mansiones.

De donde se deduce, una vez más, que en "Valdemar-Gótica" ni son todos los que están ni están todos lo que son. Lo siento por sus coleccionistas; lo siento por mí mismo.

En segundo lugar, mi cabreo no se debe únicamente a la desilusión de comenzar un libro, que podría ser gótico y luego no lo es.... No; mi enfado sobre todo se debe a lo aburrida e insoportable que es esta novela. Un auténtico coñazo, si se me quiere disculpar.

El caso es que Henry James, que me conste, sí que había escrito literatura gótica en, por ejemplo, "Otra vuelta de tuerca", novela que he leído dos veces y de la que, compruebo ahora, no he publicado ningún comentario en este blog. Confío hacerlo en los próximos 30 ó 40 años.

Por otro lado, no voy a hacer una crítica de "La Fontana Sagrada", más allá de mi anterior comentario sobre mi disgusto; recordad que este no es un blog de crítica literaria, sino de literatura gótica. 

Dicho lo cual, poco hay que añadir: La Fontana Sagrada no contiene ninguno de los elementos mínimos que la tradición literaria gótica acepta para catalogar un escrito como de "gótico": no hay un elemento misterioso o de suspense ("uncanny"); el factor arquitectónico que nos puede avocar una atmósfera medieval o, cuanto menos, de la época del romanticismo, no está presente; no hay tramas familiares complicadas ni antiguos manuscritos, ni leyendas ancestrales, ni laberintos míticos o elementos simbólicos; no hay emociones llevadas al límite, erotismos larvados o falacias patéticas. Nada; no hay nada de eso.

Y entonces, ¿qué hay? Si leemos la contraportada de Ediciones Valdemar (y que coincide con la reseña publicada en su web) veremos que "Durante la última de sus estancias de fin de semana en la gran mansión Newmarch, en la campiña inglesa, el narrador de esta historia tiene ocasión de observar asombrosas transformaciones en algunos de los huéspedes: una mujer fea se ha vuelto inexplicablemente bella, un joven ha envejecido de forma exagerada, un imbécil exhibe una inteligencia deslumbrante..., en definitiva, unos mejoran mientras otros empeoran. El protagonista espía y analiza estos fenómenos, tratando de encontrar la clave del enigma en una supuesta serie de misteriosos «intercambios de fuerza vital»."

Pues bien, dejadme que os diga que no sé quien ha escrito esa reseña pero, primero, es falsa, y segundo, predispone al lector a encontrarse algo misterioso "intercambios de fuerza vital" que no se van a dar. Queridos señores de Valdemar: gracias por joderme aún más la lectura de uno de sus libros.

Ciertamente, el narrador, en primera persona (mal empezamos), acude invitado a una cierta mansión en la que se encuentra con antiguos conocidos, hombres y mujeres, en los que observa un cambio desde la última vez que los había visto. Y a partir de ahí comienza una serie de conversaciones y reflexiones para tratar de dilucidar si ésta es amante de aquél, si a ése le gusta la otra, si le ha influido, si se conserva bien, o si el amor le mantiene joven. Pero vamos, ni intercambios de fuerza vital, ni ostias en vinagre (de me disculpará de nuevo).

 Otra cosa: me decía yo, "bueno, ya que no vamos a disfrutar de una novela gótica, al menos lo haremos de ese maravilloso estilo británico supurante de ironía y cinismo que nos hará sonreír". Pues no, no, no, no. Henry James, que no era inglés sino americano, es un aburrido, un soso, un ñoño, un repelente-niño-vicente, un triste, un amargado que trata de hacer interpretaciones psicológicas y positivistas de la vida. Y el que quiera saber algo más de él, que busque en la Wikipedia.

En resumidas cuentas, mi pesar porque, con lo corta que es la vida, he perdido una semana en leer "La Fontana Sagrada" 

Y chimpún.

lunes, 10 de abril de 2023

Les Vampires (1915)


𝕷es Vampires es una serie policíaca muda francesa de 1915 y 1916 escrita y dirigida por Louis Feuillade. Ambientada en París, está protagonizada por Édouard Mathé, Musidora y Marcel Lévesque. La trama, complicada y a menudo incoherente, gira en torno a una extravagante banda de criminales parisinos, Los Vampiros (que no son los seres mitológicos que sugiere su nombre), y su implacable enemigo, el periodista Philippe Guérande (Édouard Mathé) . La serie consta de diez episodios de duración muy variable. Con una duración aproximada de 7 horas, se considera una de las películas más largas jamás rodadas.
 
Los Vampiros, maestros en el arte del disfraz - suelen llevar capuchas y leotardos negros para cometer sus crímenes - están dirigidos por cuatro "Grandes Vampiros" que mueren sucesivamente y son fielmente servidos por la vampiresa Irma Vep (cuyo nombre es un anagrama de vampire). Irma constituye el corazón y el alma no sólo del grupo, sino también de la película. Encarnada con voluptuosa vitalidad por Musidora, que gracias a ella se convirtió en una estrella. Su carisma subvierte el tema del bien contra el mal y contribuye al tono amoral de la película, reforzado por el hecho de que los buenos utilizan métodos sin escrúpulos con la misma frecuencia que los malos, así como por la feroz matanza de los Vampiros al final de la historia.

Al igual que en las historias de detectives y de casas encantadas, Les Vampires crea un mundo de orden burgués de aspecto inamovible al tiempo que lo socava. Las espesas paredes y suelos de los castillos y hoteles están plagados de puertas falsas y paneles secretos. Las enormes chimeneas sirven de ruta de escape para asesinos y ladrones, que corretean sobre los tejados de París y suben y bajan por las tuberías como monos. Los taxistas suelen transportar polizones en el techo y abren trampillas para que los fugitivos accedan a refugios secretos. En un momento dado, el héroe se asoma a la ventana de su apartamento, situado en el último piso del edificio, y en ese mismo instante le pasan un lazo alrededor del cuello, tiran de él y lo arrojan a la calle, lo meten en una gran cesta y lo depositan en un taxi en menos tiempo del que se tarda en decir «lrma Vep!».

Para reforzar esta atmósfera de estabilidad caprichosa, el argumento está construido alrededor de una serie de sorpresas inverosímiles, que implican apariencias engañosas a ambos lados de la ley: personajes «muertos» que vuelven a la vida, pilares de la sociedad (un cura, un juez, un policía) que resultan ser Vampiros, y Vampiros que son agentes de la ley infiltrados en la banda. Lo que es fundamental para la evolución del thriller, y lo que lo convierte en un pionero de la forma, es la capacidad de Feuillade para crear, a una escala amplia e imaginativa, un mundo doble, sólido y onírico, conocido y desconocido a la vez.

Difícilmente clasificable como película "gótica", más bien "cine negro", no deja de provocar un cierto desasosiego ante los poderes de la sociedad; en este caso, no poderes del más allá sino del "más acá". En todo caso, y aunque sólo sea por su valor histórico, es un documento interesante a visualizar.


martes, 4 de abril de 2023

La cara amarilla. Por Arthur Conan Doyle.


𝕸e resisto mucho a calificar como "gótica" ninguna de las novelas o relatos protagonizados por Sherlock Holmes, el personaje creado, como sabéis, por Sir Arthur Conan Doyle, porque siempre, en el desenlace de la historia detectivesca, hay una explicación racional que elimina cualquier atisbo de misterio, paradoja o cuestión sobrenatural.

En el "curso de literatura gótica", organizado e impartido por Mirari Bueno en la "Casa del Barrio de Carabanchel", tuvimos ya hace años este debate con otra de las obras cumbres del genial detective: "el sabueso de los Baskerville". La discusión entre los alumnos se centró, precisamente, en esta cuestión: ¿podemos clasificar como "gótica" una novela donde falta el elemento sobrenatural (sea este un vampiro, un fantasma, un espíritu, un zombie, un demonio o el santo ángel de la guarda? Y es que, en principio, el cuerpo nos pide decir que "no" pero recuerdo que nuestra maestra, Mirari Bueno, argumentó que si así fuera, y siendo sinceros, nada entonces podría calificarse de "gótico" sino como mucho de ciencia ficción. También argumentó que, por ese motivo, los expertos de la literatura gótica (por cierto, experto no es lo mismo que "académico universitario") hablan de una variedad de características a cumplir por una novela gótica, y que no tienen que darse todas a la vez, sino la mayoría. Y que, en todo caso, de existir una que no puede faltar es el "uncanny", esa palabreja inglesa que no tiene equivalencia en castellano, y que viene a significar una atmósfera inquietante y escalofriante que provoca en el lector de la novela (o vidente de la película) una cierta sensación de desasosiego. En esta línea, concluyó que "el sabueso de los Baskerville" sería una narración gótica, aunque sólo fuera por la sensación que provoca el paseo por el páramo, el misterio o la creencia inicial de los protagonistas de que había algo sobrenatural, aunque al final se demuestre lo contrario.

Pues bien, en esa línea y con ese mismo argumento, deseo analizar otra de las narraciones de Conan Doyle, contenidas en el volumen 4 de "el Canon de Sherlock Holmes"; en concreto, la de "la cara amarilla" (título traducido en otras editoriales -la que yo estoy manejando es la de "Valdemar, el canon"- como "el rostro amarillo".

La historia comienza como es habitual en los relatos cortos: Watson, quien está recopilando documentación para publicar los casos de los que se ha ocupado su amigo, encuentra unas anotaciones sobre ésta historia en cuestión y Sherlock, pipa en mano, sentados ambos frente a la chimenea, y con un whiskey en la mano, le cuenta los detalles.

En este caso, resulta que acudieron en el pasado a cierta casa en el campo, llamados por un marido celoso e inquieto porque su mujer "ya no es la misma". La hasta ahora amorosa esposa se ha vuelto nerviosa, preocupada, ida e, incluso, se levanta a media noche, creyéndolo dormido, y sale de la casa para ir... ¡Dios sabe dónde! Un día, la sigue por la noche, y ve que se dirige, atravesando la campiña, a un cottage, en cuya segunda planta aparece por la ventana una cara amarilla que le mira. Y, hasta aquí, puedo contar, animando al lector a que busque y lea la narración.

Globalmente, creo que el argumento sobre la "goticidad" de la novela es el mismo antes expuesto. Inicialmente parece que hay un elemento sobrenatural (ya veremos lo que pasa al final), la historia se desenvuelve no en un castillo o abadía, pero sí en un cottage, uno de esas casitas de campo tan maravillosas que abundan en el Reino Unido de dos plantas más desván (apunte: ¿por qué en España los chalets son tan feos y "prácticos" -en el mal sentido de la palabra-?

Pero no sólo eso; hay además otras notas definitorias: complicaciones en las líneas familiares; la historia se desenvuelve en un entorno escalofriante, ni más ni menos que los páramos ingleses con niebla y sonidos nocturnos; en fin, una delicia. Pero, sobre todo, y a poco sensibles que seáis, comprobaréis ese regomello que te recorre por la espalda y que te lleva a echarte la rebequita por los hombros. Uncanny lo llamamos.

Dejando clara la goticidad del relato, (sentada siempre en mi opinión personal), aprovecho para comentar el tremendo esfuerzo que me está costando la lectura completa del Canon de Sherlock Holmes. Me quejaba yo de Lovecraft pero Conan Doyle, pues en fin, qué queréis que os diga, tampoco se queda a la zaga.

Feliz lectura.